sábado, 23 de marzo de 2013

Llegábamos...

Llegábamos a casa, habíamos bebido demasiado pero el deseo era el mejor de los licores.

Nos desnudamos salvajemente como si fuera la primera vez que nos sentíamos. La ropa volaba a un universo paralelo separando la línea que marcaría los anhelos más profundos. 

Nuestros pechos hacían el puzzle perfecto para una noche sexual desenfrenada. Su olor se hacía cada vez más notable a través de sus poros al mismo tiempo que su humedad era la culpable de mis primeros gemidos. Nuestros ojos se encontraron mientras sus dedos galopaban dentro de mí, brillaban exhaustos de placer, haría que ella sintiera lo mismo minutos después. 

Desperté, me vestí sin hacer ruido, dejé el corazón que me había prestado en su mesilla y desaparecí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Suéltalo: